Saben que siempre se regresa a ellas,
al silo que su sitio significa,
más que a la ciudad misma.
Ida Vitale, “Casas”.
¿Por qué esa costumbre tan humana de despedirse?
¿Por qué estrechar las manos y comprimir el cuerpo en un abrazo?
¿Por qué el anglicismo para cosas tan lejanas al lenguaje?
Ivana Melgoza, “¿Para qué las despedidas?”.
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Selecciona lo que sirva y lo que no. Compra cajas y haz que quepa todo para que la mudanza se lo lleve. No te olvides de entregar las llaves, limpiar el piso y corregir los desperfectos que tu gata dejó en la puerta de la entrada. Pinta de blanco todo de nuevo. La casa está lista, pronto recibirá nuevos inquilinos, y con ellos vendrán amigos y fiestas en la sala que alguna vez fue tu sala. ¿Qué harás con el colchón que compraste? Regálalo, véndelo, o simplemente déjalo en algún basurero porque en poco tiempo comprarás otro o regresarás al colchón que vio crecer tus primeros sueños. La fantasía del viaje eterno aún no termina, pronto conocerás nuevos amigos y dejarás de frecuentar a los que abandonas en esa casa, en esa ciudad y en ese tiempo que ahora empieza a ser otro tiempo.
Para ser sincero, tus hábitos cambiarán: ya no te cepillarás los dientes a la misma hora, los martes no irás a esa pizzería que tanto te gusta, y tu gata tendrá que acostumbrarse a nuevas cajas de cartón y al nuevo eco de tus pisadas en una casa desconocida. Porque tu nueva casa será más grande o más pequeña, pero no será la anterior. Desde ahora tienes que ir pensando en una tiendita, en una tlapalería y una tortillería que te queden cerca, para que en los días dominados por la prisa no pierdas tiempo caminando de aquí a allá.
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Olvida las risas, los abrazos y las historias que viviste en ese espacio. Quizá no sea el mismo sentimiento que tuviste cuando partiste de casa de tu madre, pero estoy seguro que durante algunas semanas o meses será un dolor constante. No se debe enterrar la vida pasada, más bien hay que olvidar los nombres de las calles, los cruces caóticos, los conductores maleducados y el peligro de la vorágine transformada en cuidad. Porque toda ciudad es un caos contenido en sus habitantes, por eso las ciudades desquician a todos. Uno no puede volver a casa siendo el mismo luego del tráfico, la lluvia y hartazgo de un monstruo más grande que todas las almas del mundo; ni el café con leche y un pan de dulce puede calmar esa vida que se deja en las calles, en el metro y en el embotellamiento vial. Dentro de poco no sabrás más de eso, aprenderás a querer la tranquilidad y amar la paz de un lugar sin automovilistas que se pasan los altos y se quejan de la corrupción.
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Siempre recordaremos las despedidas. El ser humano permanece en movimiento, está en su naturaleza, y por ende el partir es una pieza importante de la vida. El cambio de lugar geográfico es más sencillo de racionalizar que el cambio emocional o sentimental; con esto me refiero a que una persona o espacio que nos ha acompañado por un tiempo indeterminado dejará huella en la memoria gracias a su partida. La mente se focaliza en recordar porque el recuerdo es sumamente importante para vivir un presente.
El dejar un lugar no sólo significa guardar todo lo que quepa en cajas y maletas. Por más que los espacios permanezcan vacíos, los recuerdos colman la paciencia y el miedo –sí, ese mismo miedo que tuviste hace mucho pero superaste. Selecciona lo que sirva y lo que no. No olvides que las despedidas nunca serán lo que deben ser y que todos seremos despedidas eternas.
Guillermo Vargas (1995)
Escribe microrrelato y cuento. Le gusta el café con leche y las caminatas. Un día será un mapache.
Tuiter: @memoo_mx